Cuando se trata de expresar amor por otro ser humano, simplemente no hay mejor ocasión que una boda.
Por definición, la unión entre dos almas conectadas es un evento que ocurre una vez en la vida y la gente suele hacer todo lo posible para asegurarse de que su día sea lo más especial posible.
Ahora, aunque estamos seguros de que todos disfrutaron de días de boda memorables (si están casados), simplemente teníamos que llamar la atención sobre una novia en particular y lo que hizo para mostrar su profundo amor por su esposo.
Liz Shoesmith y su esposo Scott viven en Caringbah, Australia, y los dos se comunican mediante lenguaje de señas. Scott es sordo, así que cuando llegó el día de su boda, había algunas cosas que debían solucionar.
Por supuesto, esto no impidió que los tortolitos planearan todos y cada uno de los pequeños detalles para que ellos y sus invitados pudieran disfrutar de un día perfecto. Lo hicieron todos juntos excepto por una cosa, que Liz había preparado como sorpresa para su futuro marido.
Cuando llegó el gran día, Liz se detuvo al final del pasillo en lugar de unirse a Scott en el altar. Pero no os preocupéis, no se trata de un caso de nervios de última hora.
De hecho, ni mucho menos. Liz se estaba preparando para actuar. Sonaba la canción “A Thousand Years” de Christina Perri, mientras Liz regalaba un hermoso vestido blanco atrevido con estampados plateados.
Cuando llegó la letra, Liz firmó la letra para su marido. Cada gesto fue hecho con gracia decisiva; había estado ensayando esto durante algún tiempo.
As for Scott, his breath was taken away. He began to tear up as his lovely bride displayed her immeasurable love in the most fitting of ways.
Liz told Love What Matters: “I won’t lie, I was terrified before walking into the ceremony. But the moment I locked eyes with him I never looked away and it was a special moment just between the two of us. He held it together for a few seconds before crying the whole way through the song. He has re-watched the video a hundred times and he still cries every time!
At the culmination of her performance, Liz joined Scott at the altar and her husband led the gathered loved ones in applauding his talented bride.
Scott might not be able to hear the world as others do, but Liz’s spectacle was one he can cherish forevermore.
