«En 1965, el comentarista de radio Paul Harvey advirtió a los estadounidenses a través de una profecía en una transmisión. Casi 24 millones de personas sintonizaban sus transmisiones cada semana durante cuarenta años, desde la década de 1950. Tenía razón en lo que dijo, pero nadie podría haber predicho que 53 años después, sus predicciones se harían realidad.»
«Paul comienza su ‘profecía’ diciendo: ‘Si yo fuera el Diablo’. Continúa discutiendo algunos problemas actuales. Todos deberían escuchar esto. Desafortunadamente, pero Paul Harvey tenía razón hace 54 años.
‘Si Yo Fuera Satanás’: Si yo fuera el Príncipe de las Tinieblas, querría envolver toda la Tierra en oscuridad. No descansaría hasta haber saqueado la manzana más madura del árbol, incluso si controlara un tercio de su territorio y cuatro de cada cinco de sus ciudadanos.
Entonces, haría lo necesario para tomar el control de los Estados Unidos. Primero, iniciaré una campaña de susurros. Mientras hablaba con Eva, ‘Haz lo que quieras’, te hablaría con la sabiduría de la serpiente.
Mi antigua costumbre era susurrar a los jóvenes: ‘La Biblia es un mito’. En lugar de ser al revés, los convencería de que ‘el hombre creó a Dios’. ‘Lo que es bueno es cuadrado y lo que es malo es bueno’, concederé.
Aconsejaría suavemente a los jóvenes casados que trabajar los hace menos humanos y que ir a fiestas de cócteles es una buena idea. Les aconsejaría que no adopten creencias ‘extremas’ religiosas, morales o nacionalistas.
Y cuando enseñara a las personas mayores a rezar, les haría repetir después de mí: ‘Nuestro padre que está en Washington’.
Luego haría arreglos. Entrenaría a escritores para que la literatura sangrienta fuera atractiva, para que todo lo demás pareciera aburrido e insignificante. Mi amenaza para la televisión serían películas más sucias, y viceversa.
Me infiltraría en sindicatos y abogaría por más ociosidad y menos trabajo. Descubro que las manos ociosas suelen funcionar. Colaría medicamentos en quien pudiera, vendería alcohol a damas y caballeros acomodados y utilizaría píldoras para poner a otros a dormir.
Si yo fuera el Diablo, abogaría por establecimientos educativos que fomenten el crecimiento intelectual en los estudiantes mientras restan importancia a la regulación emocional. Los pastores estarían de acuerdo conmigo, y nombraría a un ateo para representarme ante los tribunales más altos.
Con halagos y promesas de poder, conseguiría que los tribunales fallaran en contra de Dios y a favor de la pornografía. Así expulsaría a Dios de las Casas del Congreso, la Sala del Tribunal y la Escuela.»