Con el paso de los años, los humanos se han vuelto tan distantes que no es raro que la mayoría de nosotros hagamos la vista gorda cuando vemos a alguien en apuros. No entrometernos en los asuntos de otras personas es algo bueno, pero no se aplica cuando vemos a alguien en problemas y necesitado de ayuda.
Afortunadamente, también hay personas como Lisa Lemming que restauran nuestra fe en la humanidad.
Esta mujer, que trabaja como cuidadora en un centro de ancianos en Georgia, estaba de compras cuando notó a un hombre mayor parado cerca de un pasillo. Le sonrió, pero su intuición le dijo que algo estaba mal; tenía una mirada preocupada en los ojos. Para asegurarse de que el hombre estuviera bien, decidió acercarse y verificarlo.
Cuando le preguntó si todo estaba bien, el anciano rompió a llorar. Lisa luego compartió la historia comenzando su mensaje con: «Acabo de pasar 2 horas con un hombre mayor en Kroger. Comenzó con una simple sonrisa de mi parte, contacto visual. Cuando pasé junto a él, parecía necesitar algo».
Lisa lo tranquilizó diciéndole que todo estaría bien y habló con uno de los empleados, explicando la situación. Los trabajadores intervinieron sin dudarlo y lo ayudaron a limpiarse. Incluso le proporcionaron ropa seca para que pudiera salir de la tienda y regresar a casa.
«La expresión de su dignidad perdida me dejó con un nudo en la garganta. A partir de ese momento, el personal de Kroger rápidamente nos trajo toallitas, ropa interior y lo escoltaron discretamente al baño de empleados donde le proporcionaron ropa. Estaba llorando y disculpándose. Dijo que tenía que darse prisa, que su esposa estaba sola en casa», escribió Lisa.
Resultó que el hombre era un veterano que había servido durante la Guerra de Vietnam y la Guerra de Corea. Con el paso de los años, había comenzado a sentir que el país lo había abandonado, pero lo que hizo Lisa restauró su fe en la humanidad.
El encuentro terminó con lágrimas de alegría y palabras de consejo.
«Ambos lloramos, y compartí mis propias luchas y temores con él… Me dio palabras de sabiduría y me animó al decir que tal vez, después de todo, la humanidad todavía se preocupa el uno por el otro», escribió Lisa. «Hoy se demostró eso. Gracias, Elmer, gracias, Kroger, y gracias, Dios, por la lección y recordatorio que recibí hoy.»
Esta historia es la prueba perfecta de que incluso los actos más pequeños de bondad pueden marcar una gran diferencia.