Nuestro Jacuzzi, Su Secreto

Cuando compramos esta casa, parecía que la vida finalmente nos había regalado el lugar perfecto para relajarnos. Un patio espacioso, un césped verde y, lo más importante, un lujoso jacuzzi al aire libre. Todas las noches soñábamos con sentarnos allí, disfrutando de las burbujas y el cielo estrellado.

Pero un día, ocurrió algo extraño. Una vecina se acercó y, educada pero insistentemente, nos preguntó: «¿Saben? ¿Podrían bajar la música esta noche? Nuestros hijos no pueden dormir».

Mi esposo y yo intercambiamos miradas.
«¿Qué música?», pregunté sorprendida. «Hemos estado fuera por negocios toda la semana».

Ella dudó, murmuró algo ininteligible y se fue corriendo. Entonces, por primera vez, mi esposo y yo nos preguntamos: ¿y si alguien estaba usando nuestro patio mientras no estábamos?

La Verdad Oculta

Para comprobar nuestras sospechas, instalamos una pequeña cámara con vista al jacuzzi y dejamos la casa vacía durante el fin de semana. Al regresar, revisamos las imágenes de inmediato.

Y nos quedamos casi sin palabras.

Nuestros vecinos —¡una familia de cuatro!— estaban convirtiendo nuestra casa en un auténtico lugar de vacaciones. Risas, bocadillos, bebidas, toallas… se sentaban en nuestro jacuzzi como si fuera su propia casa, completamente seguros de que nadie se enteraría.

Mi esposo y yo nos sentamos frente a la pantalla en estado de shock. Al principio, nos invadió la indignación. Luego, la risa. Y finalmente, una idea.

Un plan de venganza

Decidimos que una simple conversación no serviría. Estas personas se sentían demasiado insolentes. Necesitábamos darles una lección que recordaran durante mucho tiempo.

La noche siguiente, mi esposo añadió un producto especial e inocuo al agua. Es completamente seguro, pero teñe la piel y el cabello con tonos brillantes y antinaturales: verde, azul, rosa. No desaparece al instante, solo después de unos días. Así que esperamos.

Vecinos de Color

Como si fuera su horario, los vecinos volvieron a relajarse. Se acomodaron en el jacuzzi, se sirvieron vino y pusieron música. Todo iba como siempre… hasta que, unos minutos después, empezaron a chillar y a darse palmadas.

«¡¿Qué es esto?!», gritó el vecino, mirándose las manos verdes y brillantes.

«¡Mami, tengo el pelo azul!», gritó su hija.

Salieron del agua de un salto y corrieron por el jardín, intentando quitar la pintura con una manguera. Pero cuanto más frotaban, más se notaba el color.

Nos sentamos en la terraza, fingiendo leer el periódico, conteniendo la risa a duras penas.

Una Conversación Sincera

A la mañana siguiente, nos los encontramos «accidentalmente» cerca de la valla.

«Entonces», preguntó el marido con una sonrisa inocente, «¿lo pasaron bien ayer?».

Los vecinos dudaron, con el rostro enrojecido aún más que su piel multicolor. Intentaron murmurar algo, pero simplemente asentimos y nos fuimos.

Desde entonces, ni siquiera se han acercado a nuestro jacuzzi. De hecho, cada vez que nos ven, nos saludan con demasiada cortesía, como si temieran que hiciéramos algo más.

Resultado

Nuestro jacuzzi volvió a ser solo nuestro. Y los vecinos aprendieron una lección que recordarán toda la vida: nunca te sientas el jefe donde solo eres un ladrón.

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